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Han pasado décadas, llegó la democracia, y Gestalguinos permanece inmutable, indiferente al paso del tiempo y las modas, en la calle Poeta Liern. Desde su aparición en el 68 está a punto de cumplir medio siglo de existencia. Todo gracias a Francisca Brull, licenciada en Historia, clienta de la primera hora, que se lo quedó en 1975 y lo ha convertido en una mezcla de taberna británica y club de amigos. En la destartalada judería, es un bar muy europeo.

En las estanterías de las botellas se lee un cartel: “cerveza sin gluten”. Carteles de músicos de blues, pinchados en un corcho; y ambiente cinéfilo, una foto del gran John Casavettes, filmando una de sus películas independientes. Aquí se reunía el consejo de redacción de la revista de poesía Le Forest d´Arana. Sí, este ha sido siempre un bar ilustrado. Y así, en Gestalguinos, se hacen exposiciones de alumnos de Bellas Artes y jam sessions de músicos de jazz. Al anochecer, el ambiente del bar tiene todo el aspecto de un localito de Amsterdam o Berlín para intelectuales. Pocos yuppies, nada de hipsters en decadencia.