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Eurídice Cabañes insta a repensar la tecnología desde lo común y a experimentar con la libertad de consumo

¿A qué huelen las nubes? Si se formula la pregunta como en un juego de trivial, el mecanismo de lo automático induciría la respuesta: a nada. Eurídice Cabañes respondería que huelen a C02. Pero porque su conferencia en el MuVIM, dentro del Festival de Filosofía Avivament 2019, quería generar preguntas y algo de miedo para el revulsivo, y para que aquello de la inteligencia al uso no fuera sólo la artificial, si no es que toda proceda de la naturaleza. Una pregunta: ¿por qué a una gran mayoría de los ancianos los gestionan terceros? Otra: ¿los gigantes son muy trabajadores? Y otra: ¿qué se hace con las paradojas? Todas se desprenden de su conferencia sobre “Tácticas y prácticas para la soberanía. Tecnología y procomún”, que presentó en compañía de Jaime Paulino.

Cabañes hablaba de la soberanía tecnológica, de entender la tecnología como un bien común, y diferenciaba los espacios que habitamos: los físicos y los digitales; los públicos, donde “la libertad tiene un carácter colectivo” según sus palabras, y los privados, que son “administrados de acuerdo a los intereses de sus dueños”. ¿La privatización del conocimiento? Su intención era someter a análisis los modos de estar y de ser en la red, “que no es pública sino privada”; analizar la centralidad del poder en pocas compañías transnacionales; reflexionar sobre cómo se recopilan los datos para monetizarlos, sobre cómo se reservan los derechos de admisión o el dictado de la moral predominante; sobre cómo funciona la lógica del algoritmo, o sobre cómo se enfoca una educación que responde a intereses tecnológicos, para ver que, al final, la red funciona como lanzadera para la venta de productos e ideas políticas mientras parece que los estados de ánimo, deseos y miedos, es decir, el comportamiento humano, también forman parte del  producto. Eurídice Cabañes es cofundadora d’ARSGAMES y doctora en Filosofia por la Universitat Autònoma de Madrid. Según sus palabras, “los espacios públicos son algo que genera ciudadanía, son las formas de vinculación con un territorio en el que nos conectamos y tomamos decisiones, ¿qué pasa cuando ese espacio pasa de ser la plaza a ser la red social?

 

 

 

 

Junto a ella, Jaime Paulino habló de la relación entre poder y tecnología, un “problema al tiempo político y ontológico”,  y mencionó que Lyotard, en su condición posmoderna, ya dijo en los ochenta que el conocimiento se transforma en mercancía. Paulino vino a reclamar “diagnósticos atrevidos y la necesidad de sacudirse la melancolía” (todo deviene en mercancía), para mejor ver“ cuáles son las formas de autonomía y autocontrol respecto al proceso, capacidad de autoregulación y definición de un poder productivo. Necesitamos situar un diagnóstico material respecto a la sociedad de la información”, dijo. “Hemos de analizar la dimensión de lo estructural”. Y es que, según Eurídice Cabañes, “la inmaterialidad de la nube no nos permite ver su materialidad”. Hablaba de consumos y residuos electrónicos. Y de calor. Según sus palabras, “obviar la materialidad de los medios digitales es un crimen por omisión que excluye las cuestiones ambientales y los flujos mundiales de materias primas, energías y trabajadores”. Un punto en el que citó el fenómeno uberización como “práctica de explotación que corrompe los sistemas de trabajo colaborativo”. De la horizontal a la salvaje vertical. Según sus palabras, las consecuencias son la precarización, el individualismo, la ausencia de derechos , y la gamificación, esto es, un márketing en el que “a través de incentivos y penalizaciones se controla y modula la conducta laboral”. Se llama conductismo como teoría psicológica. El trabajo gratuito y el control, según su opinión, “devienen en el fin de la democracia: y es que el poder económico no pretende seguir fundamentando sus privilegios en una explotación de sujetos como fuerza de trabajo sino en la cada vez más lucrativa regulación de sus formas de vida, de sus dinámicas vitales e interacciones personales y afectivas, de sus emociones, de sus hábitos de consumo y satisfacción”, añadía citando a Prada (2012). 

El peso y las medidas específicas

En su charla sobre Tecnología y procomún, Cabañes no hablaba de las nubes del cielo sino de los macroservidores que contienen la información que circula en internet, la gran red, la nube, para recordarnos que tienen peso y medidas específicas. Y se calientan y mucho. Según sus datos, FB genera un millón de toneladas métricas de dióxido de carbono. Y la actividad vinculada sólo con los correos electrónicos, siempre según sus datos, equivale al carbono que producen 890 millones de coches. Léanse que se envían 2,4 millones de correos electrónicos cada segundo. Cada segundo ! Léase, también, que el móvil se toca un promedio de 2.617 veces al día.

Si la inteligencia artificial es saber llegar a un sitio con google maps en vez de preguntar, es que se ha modificado el sayo de su capa. Esto es una broma. Porque lo siguiente sería hablar del coltán, necesario para la construcción del ordenador o terminal (móvil) con el que usted, lector, concienciado por el peso de la filosofía con capacidad para decorar una estancia, está leyendo estas líneas en el mejor de los casos. El coltán no es un mineral, es una mezcla de dos, y se usa para la microelectrónica, las telecos y en la industria aeroespacial porque es resistente al calor. Siempre según la conferencia de Cabañes, el 80% de las reservas mundiales están en el Congo, Sierra Leona. También en Venezuela. Y otra pregunta que surgió en la conferencia: ¿cómo se explica que el mayor exportador de este material sea Uganda, que tiene 0% en su suelo? Y otro dato; “un kilo de coltán equivale a dos niños muertos, de los que son esclavos”, siempre según sus palabras. Y con estas premisas, la conferenciante hablaba de posibilidades de resistencia. 

Todo es posible si revertimos la mirada hacia la materialidad de los espacios digitales”. Esa fue la idea central que Cabañes vino a compartir. Contra la videovigilancia (¿somos parte de la vigilancia?), maquillaje, prendas que impiden el reconocimiento corporal, soluciones legislativas desde el campo de lo común.  Contra la precaridad laboral, sindicatos, cooperativas, el Estado como garante de derechos. Para la ecología, alargar la vida de los dispositivos, generar de propios a partir del reciclaje, y regular el espacio digital como se regula el físico (en el mejor de los casos).  Y para recuperar la democracia, acciones individuales y regulaciones de gobierno.

María Tomás